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Documento de Historia Nº 129. 8 de septiembre de 2003por Juan Andrés Lagos E.Luis Emilio Recabarren y el Despertar de la Clase Obrera(Periódico "El Siglo" Nº 8400, Tercera Época Nº 720, del 29 de abril al 5 de Mayo de 1995, Pág. 3)
El recordado historiador Hernán Ramírez Necochea señala que "una de las primeras rebeliones mineras tuvo lugar en Chañarcillo en 1834. Se citan 20 huelgas o movimientos de trabajadores de distintas actividades y en diversas ciudades del país, desde 1849 hasta 1878". Para él, tal antecedente refleja con claridad una tendencia: "...la clase trabajadora chilena tuvo, desde sus orígenes, una actitud de lucha, de rebeldía en contra de las condiciones en que se hallaba". La "primaria conciencia de la clase obrera chilena", según Ramírez Necochea, se constituye por diversos factores que concurren en un período histórico, y de los que destaca los siguientes: "El desarrollo cuantitativo del proletariado, el proceso de desarrollo democrático-burgués, la influencia educadora de las ideologías que animaban a la clase obrera del Viejo Mundo y de las luchas que ella sostenía y la actividad de las sociedades mutualistas". Tras la Guerra del Pacífico, y en medio de un proceso creciente de organización, lucha y toma de conciencia obrera, surge el Partido Democrático (1887), del cual es uno de sus dirigentes más claros Luis Emilio Recabarren. Período de "notable intensificación de las luchas obreras reivindicativas, que tuvieron en 1890 uno de sus más aguerridos episodios", señala Ramírez Necochea. "LOS VENDIBLES, LOS INFLUENCIABLES, LOS SIN PRESTIGIO"Período en que grupos de la clase dirigente, en 1891, se enfrentan en una guerra civil por intereses contrapuestos. Por un lado, los que encabezados por Balmaceda pretendían abrir el proceso de industrialización en el país, y por otro, los banqueros, terratenientes y agentes del imperialismo inglés, quienes representaban a los clanes financieros en desarrollo y a los intereses antinacionales. Es el momento en que un banquero se atreve a afirmar, sin tapujos, lo siguiente: "...los dueños de Chile somos nosotros, los dueños del capital y del suelo; lo demás es masa influenciable y vendible; ella no pesa ni como opinión ni como prestigio". Concebido por sus organizadores como "el partido político del pueblo obrero", el Partido Democrático, deslindado del Partido Radical, agrupa en su seno a artesanos, a grupos de la pequeña burguesía y a crecientes sectores del proletariado. A poco andar, el PD se transforma en un partido de masas, popular, con tensiones y contradicciones ideológicas en su interior, pero con una tendencia que intenta abrir paso, simultáneamente, a la incidencia proletaria y a la concepción socialista y revolucionaria que en esos momentos se abre paso en el mundo y en nuestro continente. CLASE Y PARTIDORecabarren es uno de los dirigentes y activistas de esa idea y concepción de partido obrero y proletario. No para formar un partido que se mire hacia adentro; no para constituir una secta pura y separada del devenir del pueblo. Él es un testigo de su historia, inmerso en el proceso creciente de lucha y organización. Se percata de la necesidad imperiosa de que esta pujante clase obrera se exprese y tenga un partido político de masas y revolucionario, para el pueblo y el país. Así, tras varios esfuerzos en tal dirección, Recabarren y un grupo de dirigentes y bases se separan del PD y deciden formar el Partido Socialista Obrero, en 1912. Es indudable que tal paso significó el fortalecimiento cualitativo de la influencia proletaria; el surgimiento de un real Programa Revolucionario y Democrático (en lo cual el propio Recabarren fue artífice central); sentar las bases de una tendencia histórica que se mantiene hasta hoy, a pesar de las tempestades y las debilidades de quienes, incluso, dicen continuar el legado del Maestro. En 1922, ese partido decide transformarse en el Partido Comunista de Chile. LAS RAÍCESVolodia Teitelboim, en el prólogo a la primera edición del libro "Historia del movimiento obrero en Chile", en 1956, de Hernán Ramírez Necochea, escribió: "La historia de Chile pertenece en primer término al pueblo, como su más persistente forjador. Entonces, ¿cómo regatearle su conocimiento? Además, siendo la clase obrera la dueña del futuro, irá hacia él por ruta más derecha si se identifica en forma exacta a los enemigos de ayer, que son en sustancia los de hoy, y sabe que sus propias raíces nacionales son tan fuertes, hondas y antiguas que se pierden y confunden con los orígenes mismos de Chile". No queda más que decir, con Víctor Jara: Luis Emilio Recabarren, simplemente, damos gracias por tu luz..." |
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