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Revista Espartako.cl

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Documento de Historia Nº 104. 7 de septiembre de 2003


por Iván Ljubetic Vargas

Julio César Muñoz del brazo de Recabarren

(Periódico "Punto Final" Año XXIX Nº 349, 20 de agosto al 02 de septiembre de 1995, Pág. 13)



Luis Emilio Recabarren Serrano


Julio César Muñoz es uno de esos héroes anónimos que cuesta descubrir. La primera noticia que se tiene de él es su viaje a Buenos Aires a comienzos de 1907, para apoyar a Recabarren que se había exiliado en Argentina en noviembre del año anterior, eludiendo una condena de 541 días de cárcel. Esa pena fue el resultado de un "discurso subversivo", que pronunció cuando desembarcaba en Tocopilla. Recabarren consiguió trabajo en Buenos Aires en la imprenta de un ex anarquista. Ahorró algún dinero, que envió a su esposa, Guadalupe del Canto, para que viajara a reunirse con él junto con su hijo.

Entonces apareció Julio César Muñoz, enviado por el Partido Demócrata Revolucionario -fundado por Recabarren antes de abandonar Chile. Sus dirigentes estaban interesados en que el líder exiliado -que tenía 30 años- pudiera estudiar y capacitarse.

Muñoz, revolucionario joven y audaz, de buena presencia, Zapatero experimentado, se puso a arreglar zapatos en las calles de Buenos Aires. Le fue bien y sus ingresos permitieron que Recabarren trabajara sólo un par de horas al día dedicando el resto del tiempo a las organizaciones sindicales, al Partido Socialista, a participar en asambleas y mítines, y a estudiar.

El comité ejecutivo del Partido Socialista argentino designó a Recabarren para que hablara junto a los líderes de ese partido, Juan B. Justo y Alfredo Palacios, en el mitin del 1º de mayo de 1907, y luego recorriera la provincia de Buenos Aires. dictando conferencias.

Ese mes fue también elegido primer suplente del comité ejecutivo del Partido Socialista y, en agosto, pasó a su miembro titular, y uno de los dirigentes del movimiento revolucionario argentino. Todo ello gracias a sus cualidades y también al apoyo del modesto, callado y abnegado Julio César Muñoz.

Pero en lo que no le iba bien a Recabarren era en su matrimonio. Guadalupe decidió abandonarlo y a comienzo de 1908 regreso con su hijo a Chile.

La ruptura afectó mucho al supersensible Recabarren. Entonces Muñoz le levantó el ánimo y le propuso una aventura: viajar a Europa.

Recabarren se decidió y en marzo de 1908, junto a otros mil pasajeros, emprendieron la travesía del Atlántico en un barco holandés. Arribaron a Vigo en el norte de España y fueron a Madrid. En la capital española encontraron trabajo: Recabarren en una imprenta, Muñoz como zapatero.

Conocieron a dos importantes líderes del socialismo español: Largo Caballero y Pablo Iglesias. Este, que conocía a Recabarren a través de la prensa obrera, lo invitó a dictar una conferencia sobre el movimiento obrero chileno en la Casa del Pueblo de Madrid.

Muñoz le siguió entregando su valioso apoyo. Era una especie de sombra protectora de Recabarren. Si escaseaba el dinero, salía a la calle a reparar zapatos.

Recabarren recibió una invitación de la Internacional Socialista para visitar París y Bruselas, donde permaneció tres meses. El camarada zapatero decidió quedarse en España y luego salió a recorrer el mundo. Visitó Turquía, Egipto, Italia, Francia, Alemania, Holanda e Inglaterra. Desde Londres regresó a Chile una noche de Año Nuevo. En la avenida Brasil de Santiago, reabrió su taller de zapatero remendón. Ahí se perdieron las huellas de su existencia por largo tiempo.

José Vega Díaz, dirigente obrero, uno de los primeros diputados del PC, conoció a Muñoz hacia 1922 en Tocopilla, siempre como zapatero.

Vega narra que años más tarde lo encontró, ya viejo y enfermo, en Viña del Mar. Seguía trabajando en un taller de calzado, en compañía de un hijo. Después se trasladó a Santiago. Venía a tramitar su jubilación como periodista, porque en su larga vida de revolucionario también ejerció esa profesión. Vega lo acampañó a la Biblioteca Nacional para certificar su trabajo en la prensa. Sus piernas eran débiles. Las habían agotado los años de martillazos remendando zapatos. Pero a pesar de todo, siguió optimista.

Murió, como tantos, esperando una jubilación. Sus restos descansan en el cementerio Santa Inés de Viña del Mar.



Vida y Obra de Luis Emilio Recabarren




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