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Documento de Historia Nº 080. 19 de mayo de 2004


por Luis Emilio Recabarren

Abandono femenino

("La Defensa", Coronel, Lota, 26 de mayo de 1907)

 


Luis Emilio Recabarren Serrano en la cárcel, junto a su abogado


Las mujeres inteligentes

Mujer; eres la Madre de la humanidad: tus entrañas alimentaron los seres racionales de la tierra: sin embargo, tú eres la Gran Esclava de tus propios Hijos que han fabricado esas cadenas de errores y prejuicios que tienen inclinada la frente gentil a la mansedumbre histórica. 'Yérguete, en hermosa altivez; destroza las cadenas y proclama tu libertad, que ella será la libertad de tus hijos, la libertad de toda la Humanidad.

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La mujer -se ha dicho y se dirá aún por mucho tiempo-, es víctima de doble explotación. Es dos veces esclava. Soporta la esclavitud del hogar y la del taller, fábrica, almacén u oficina.

Dotada de una sublime abnegación, resistirá aun etapas muy largas de sufrimientos.

Sometida a mayores prejuicios que el hombre, víctima, además, de la vanidad, del orgullo, esclava de la mentira, en su mayor parte, lleva en si una cadena de atavismo histórico como herencia tradicional que aumenta sus miserias materiales y morales. Parece que una sombra inmensa, como montaña, la detiene en su marcha hacia el progreso. Sus ojos, hermosos y tiernos, cuando aman, se niegan, quizás, a escudriñar la Verdad; aun cuando siempre tiene un afán invencible de precipitarse al porvenir; pero desgraciadamente es sólo al porvenir de sus quimeras, de sus ilusiones doradas, de sus sueños puros! iAh! juventud femenina, buscad un poco de más vida, agitad vuestros cerebros fecundando las nuevas ideas de emancipación precursoras de nuestra propia felicidad futura.

Estáis entregadas a la inacción -que es muerte- dejando que otros (capitalistas ruines e ingratos), exploten vuestra paciencia a su vil capricho, aumentando sus fortunas con el fruto de vuestro trabajo aportado con sinsabores que sólo vuestra abnegación os hace soportar.

Triste es la escena diaria a que asiste la mujer, en sus pensamientos íntimos; cuando al amanecer el frío día de invierno, ella debe abandonar sin voluntad propia las ternuras de su tibio lecho, o separarse del regazo cariñoso de la madre enferma para ir a gastar sus escasas fuerzas en el trabajo brutal del día que le ha de dar el mísero jornal para mitigar apenas sus miserias... La juventud, en general, sueña ver en un porvenir, mis inmediato, una vida holgada, feliz, tranquila, libre del esclavizador trabajo, libre del patrón infame; pero sus sueños no se tornan en realidad y los años trascurren amontonando episodios en la historia interminable de las angustias humanas en que la mujer es la víctima escogida.

Todas estas dolencias no tendrán término confiando a la acción del tiempo su reparación. Es necesario, es preciso, es urgente, para la mujer que trabaja y gana un ridículo salario que busque en el campo de la organización gremial su propio mejoramiento, que busque en el campo de la educación socialista el verdadero alivio a sus pesares.

Mientras viva asida a la coyunda de los prejuicios tradicionales, mientras lleve uncido a su frente el yugo de preocupaciones pueriles, que no le aliviarán sus eternos dolores, mientras sea tímida para tomar posesión de sus propias vitalidades y luchar contra sus opresores, tendremos el pesar de verla batallando inútilmente por gozar la libertad y felicidad que le quitan sus propios errores. Pero entre aquella inmensa multitud de bellas mujeres que dejan a la tiranía hacer su obra, hay un grupo simpático que piensa y se interesa por el porvenir de su sexo que tiene el deber de aportar más abnegación, más amor, más actividad, para llevar hasta sus hermanas, hasta sus desgraciadas compañeras, los hermosos ideales de la Redención Femenina.

El programa de transformación social -q u e sustituya la miseria actual por una vida llena de satisfacción-, no debe quedar abandonado en el fondo de las bibliotecas o en los cerebros de unas pocas mujeres inteligentes.

El Centro Socialista "y la Unión gremial" femeninos tienen una preciosa labor que realizar que, debemos decir con franqueza, aún no han empezado.

Las trabajadoras de los talleres, de las fábricas; las empleadas en el comercio, oficinas particulares y del Estado, y las pobres mujeres que llevan trabajo a domicilio, etc., necesitan recibir los auxilios poderosos de la educación social y de la organización gremial a fin de aminorar los estragos del trabajo mal pagado.

¡Se dirá que esta es obra magna! Pero, cualquiera que sean las dificultades, deben subsanarse y realizar la obra de la organización femenina, como un medio de evitar ese suicidio lento de la juventud, asfixiándose en un trabajo bestial, digna por cierto de una suerte mejor.

Como un medio de cooperar a practicar esa obra, se hace indispensable fundar una publicación exclusivamente femenina, que se haga llegar a toda parte donde haya mujeres que trabajen, cualesquiera sean las condiciones de sus labores y de su vida. Esto no es obra imposible. Una publicación mensual o quincenal tendría apoyo bastante para vivir. Es cuestión sólo de un poco de mayor voluntad y dedicación.

Una hojita de papel impreso que lleve continuamente la simiente de la organización y del socialismo a las inteligencias femeninas hará en poco tiempo una abundante cosecha de adhesiones y habrá hecho una obra altruista en bien de tanta compañera que no se atreve a pensar si habrá medios de salvarse de la tiranía capitalista o si será posible abandonar los prejuicios.

Si esta idea fuese feliz y tuviera una digna acogida, no seríamos ajenos a cooperar a su éxito con sinceros entusiasmos y actividades.

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Mujer: eres la Madre de la Humanidad; sin embargo, eres la Esclava de tus propios Hijos, esclavos también, que han fabricado las cadenas de errores y prejuicios que inclinan tu frente gentil a la mansedumbre. Destrozad esas cadenas y con hermosa rebeldía proclama tu libertad, que ella será la libertad de la humanidad. ¡Tú esclavitud es la esclavitud universal!


Luis E. Recabarren S.
Buenos Aires, Abril de 1907.
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Vida y Obra de Luis Emilio Recabarren




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