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Documento de Historia Nº 60. 25 de abril de 2004Por Javier MartínezMiguel Enríquez, jefe de revolución (Oct-1974)A 20 años de su muerte en combate(Revista "Punto Final" Año XXIX Nº 326 del 2 al 15 de octubre de 1994, págs. 4 y 5) "La libertad hay que conquistarla a su precio o resignarse a vivir sin ella" José Marti El 5 de octubre se cumplen veinte años de la muerte en combate de Miguel Enríquez Espinosa, secretario general del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Su corta pero fulgurante vida de 30 años trazó el perfil de un auténtico líder. "Miguel Enríquez no había dado de sí todo lo que era capaz de dar. Si se le mide por lo que ya era, su estatura revolucionaria es de por sí grande. Si se le mide por lo que hubiera podido llegar a ser, hay que destacar, sin temor a que el sentimiento o la emoción nuble el razonamiento, que en Miguel Enríquez despuntaba un jefe de revolución", dijo Armando Hart Dávalos, miembro del buró político del PC de Cuba, en el acto de homenaje que pocos días después se rindió en La Habana al dirigente chileno. El 5 de octubre de 1974, fuerzas de la DINA -y refuerzos policiales- cercaron la casa de la calle Santa Fe, en la comuna de San Miguel, donde Miguel Enríquez, su compañera Carmen Castillo Echeverría y otros dirigentes del MIR vivían ocultos. El operativo lo dirigió el hoy coronel de Ejército Miguel Krassnoff Marchenko que entonces se hacía llamar "capitán Miguel". Él tenía a su cargo la agrupación de la DINA dedicada a la persecución del MIR. Se sabe que mediante terribles torturas a miristas capturados en las que participó sobre todo Osvaldo Romo, agente civil de la DINA, se fueron acumulando indicios sobre el paradero de Miguel Enríquez en el sector sur de Santiago. Esos prisioneros murieron en la tortura y hoy es imposible reconstruir la historia completa. El secreto lo guardan Krassnoff -que sirve en la guarnición militar de Valdivia- y el guatón Romo, que permanece cómodamente detenido en la Penitenciaría de Santiago. Al parecer Miguel Enríquez presumía que su vivienda había perdido la seguridad del secreto. En efecto, se preparaba a abandonarla cuando llegó hasta ahí el contingente de la DINA. El cadáver del secretario general del MIR presentaba nueve impactos de bala, testimonio de una valiente resistencia que duró casi dos horas. "Tenía un gesto como irónico, ni miedo ni dolor había en su rostro", recuerda hoy su padre, el doctor Edgardo Enríquez Froedden. Es posible que el joven revolucionario haya sido rematado cuando aún estaba vivo. Carmen Castillo recuerda que su compañero tenía una herida en la boca, al parecer de una esquirla de granada. Ella, embarazada y herida en un brazo, se desmayó por la pérdida de sangre. Miguel habría recibido disparos en el cuerpo y perdió el conocimiento. Dos compañeros que estaban con él, creyéndolo muerto, lograron huir saltando muros. Carmen Castillo sólo reaccionó cuando era pateada por Krassnoff. Miguel ya había muerto. La herida mortal fue un tiro en el ojo izquierdo que le destrozó el cerebro. El protocolo de autopsia no registra huellas de pólvora producto de tiros a corta distancia. Pero en octubre de 1974 -y en los años siguientes- los certificados de los médicos legistas no reflejaban una escrupulosa verdad. Carmen Castillo, a raíz de los golpes de Krassnoff, perdió en Londres el hijo que esperaba de Miguel Enríquez. El niño vivió sólo pocas horas. HISTORIA FAMILIARMiguel Enríquez Espinosa nació el 27 de marzo de 1944 en Talcahuano, a las tres de la tarde, en casa de su familia, frente al Hospital Naval donde su padre era médico. Fue el tercero de los cuatro hijos del doctor Edgardo Enríquez y de la señora Raquel Espinosa. El mayor, Marco Antonio, vive actualmente en París; es un destacado profesor de historia en la Universidad de La Sorbona (después del golpe estuvo preso unos meses en Chacabuco). El segundo hijo, Edgardo, ingeniero civil, también dirigente del MIR, fue asesinado en abril de 1976 en Buenos Aires, cuando asistía a una reunión clandestina del Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) que fue localizada por los servicios de seguridad argentinos. La hija menor de la familia Enríquez es Inés, profesora de inglés, doctorada en Oxford, que vive en México. Su primer marido -del cual tiene un hijo, Pablo- fue Bautista Van Schouwen, camarada de luchas de Miguel, detenido-desaparecido desde comienzos de 1974. La familia Enríquez tiene tradición de actividad política. Dos tíos de Miguel fueron parlamentarios del Partido Radical: Humberto, profesor de derecho, fue diputado, senador y presidente del PR; Inés, intendente de Concepción, profesora universitaria, fue la primera mujer elegida diputada en Chile. Otro tío, Hugo, médico, fue director del Hospital Clínico J. J. Aguirre, y René, ingeniero agrónomo, fue decano de Agronomía y subsecretario de Agricultura. Sin embargo, la mayor influencia familiar la recibió Miguel de su padre, médico, director del Hospital Naval de Talcahuano (tenía el grado de capitán de navío), rector de la Universidad de Concepción y ministro de Educación en el gobierno del presidente Allende hasta el día del golpe; fue detenido y llevado a la Isla Dawson. En marzo de 1974 fue puesto en libertad y salió al exilio. El doctor Enríquez es un prominente dignatario de la Masonería. Miguel hizo sus primeros estudios en el Colegio Saint George de Concepción. "Siempre tuvo buenas notas en los estudios, salvo en conducta -dice el doctor Edgardo Enríquez-. Era algo revoltoso y el director del colegio, que lo quería mucho, lo hacía comer en su mesa para vigilarlo. Miguel tomaba esto con naturalidad y estaba feliz porque le permitía repetirse el postre". Los estudios secundados fueron en el Liceo de Concepción. Luego estudió medicina en la Universidad de Concepción y se graduó en 1968, a los 24 años, con distinciones máximas. Obtuvo una beca en el Instituto de Neurocirugía donde trabajó un año. Los doctores Alfonso Asenjo y Héctor Valladares, director y subdirector del Instituto, lo calificaron como un joven médico de futuro excepcional. MIGUEL Y EL MIRSin embargo, ya Miguel Enríquez había optado por otro camino. Desde 1967 era secretario general del MIR, organización política que se fundó el 15 de agosto de 1965 y que logró atraer a numerosos cuadros, especialmente jóvenes decepcionados de otros partidos de Izquierda. Originalmente el MIR fue conducido por un grupo de intelectuales y profesionales que tenían en común un origen trotskista. El primer secretario general fue el médico pediatra Enrique Sepúlveda que recientemente falleció en París, y entre sus dirigentes figuraban el abogado y periodista Oscar Waiss, que murió el pasado mes de septiembre; el historiador Luis Vitale y personalidades como Clotario Blest y otros dirigentes sindicales. Miguel Enríquez procedía de la Juventud Socialista e integró un grupo disidente, Vanguardia Revolucionaria Marxista. Casi todos sus miembros se incorporaron más tarde al MIR. Las primeras actividades políticas de Miguel tuvieron por escenario la Universidad de Concepción. En innumerables foros y asambleas ganó prestigio como temible polemista, dotado de una lógica que no tenía piedad con las vacilaciones o errores de sus contradictores. Con su hermano Edgardo, Bautista Van Schouwen, Andrés Pascal (que en 1974 lo reemplazaría en la secretaría general del MIR), Luciano Cruz Aguayo, líder estudiantil que provenía de las Juventudes Comunistas, y otros pocos, formaron un grupo de estudio que dio origen al núcleo que, desplazando al grupo fundador, ganaría la dirección del MIR. Miguel alcanzó notoriedad pública con ocasión de la visita a Concepción del senador norteamericano Robert Kennedy al que interrumpió -en inglés- durante una conferencia. La discusión fue reseñada en la prensa de la época. Cuando aún estudiaba medicina viajó en varias oportunidades y visitó China, Cuba, Francia, Perú, etc. A fines de enero de 1968, poco antes de graduarse como médico, se casó con Alejandra Pizarro Romero que años más tarde, víctima de una profunda depresión nerviosa, se suicido arrojándose al paso de un tren. Con ella tuvo una hija, Javiera, que hoy tiene 24 años y estudia pintura en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Más tarde tuvo un hijo con la periodista Manuela Gumucio: Marco Antonio, que tiene 21 años y estudia filosofía en la "U". "Me haré valeroso por la vía racional", había escrito Miguel Enríquez a los 17 años en un cuaderno de notas, recordó su padre en septiembre de 1975 al hablar en el acto de inauguración del Hospital Clínico Quirúrgico "Miguel Enríquez" en La Habana, centro médico con 897 camas y mil 533 funcionarios. Sólo dos hospitales de la capital cubana llevan nombres de chilenos: el "Salvador Allende" y el "Miguel Enríquez", lo que da cuenta del respeto y admiración que existe en Cuba por esos dos grandes luchadores. También numerosos comités de defensa de la revolución y centros laborales en Cuba tienen los nombres del presidente Allende y de Miguel Enríquez. Sin embargo, las relaciones políticas entre ambos no fueron fáciles. El MIR sostenía una postura crítica frente a lo que estimaba insuficiencias y debilidades del gobierno de la Unidad Popular. Las relaciones personales entre Allende y Miguel Enríquez, no obstante, se basaban en una gran simpatía mutua y en un alto grado de respeto. Miristas formaron el primer grupo que sirvió de escolta -luego de su victoria electoral- al presidente Allende. Así nació el GAP que luego conformarían militantes del PS. El MIR, bajo la conducción de Miguel, a partir de 1967, se orientó a hacer realidad una línea insurreccional que hasta entonces sólo quedaba en el papel. Su esfuerzo se canalizó a fortalecer la organización, a formar cuadros políticos-militares y a organizar un movimiento de masas en apoyo de su línea. Miguel, Luciano, Van Schouwen y otros dirigentes del MIR participaron personalmente en limpias "expropiaciones" de dinero a los bancos. Disfrazados de bomberos y policías llevaron a cabo asaltos en que nadie resultaba herido y por lo regular no se disparaba un tiro. Sin embargo, la actividad principal del MIR era la lucha política y social. Así surgieron el Frente de Estudiantes Revolucionarios (FER) que tuvo amplia influencia en universidades y liceos; el Movimiento de Pobladores Revolucionarios (MPR) que organizó numerosas tomas de terreno en Santiago y Concepción; el Movimiento Campesino Revolucionario (MCR) que llevó a cabo corridas de cerco y ocupaciones de fundos en un amplio territorio del sur; y el Frente de Trabajadores Revolucionarios (FTR) que logró relativa presencia en el plano sindical y participación en la CUT. Numerosos intelectuales, artistas, profesionales, sacerdotes, monjas, etc. fueron -atraídos a las filas del MIR. También muchos miembros de las FF.AA. y Carabineros. Centenares de sus militantes -en todos los sectores sociales- cayeron luchando durante la dictadura en un valeroso esfuerzo para sostener el Movimiento de Resistencia Popular que logró cierto desarrollo, sobre todo en el ámbito urbano. Asimismo intentó implantar una guerrilla rural en Neltume. Para entonces el MIR había definido su estrategia como una guerra popular prolongada. Alrededor de 1986, no obstante, hicieron crisis tensiones y diferencias internas que se incubaban prácticamente desde el golpe del 73. La incapacidad para resolver sus contradicciones llevó a la división y más tarde a la atomización del MIR. Aún subsisten grupos que, abierta o clandestinamente, continúan reclamándose continuadores del MIR y herederos de Miguel Enríquez. Poco tienen que ver, sin embargo, con el pensamiento y la visión política que caracterizaban al revolucionario de sólo 30 años que en las primeras horas del 7 de octubre de 1974 fue sepultado en el Cementerio General, acompañado por ocho miembros de su familia vigilados por más de cien carabineros y agentes policiales. Probablemente el mejor epitafio en su tumba fueron las palabras que entonces, con voz entera, pronunció su madre: "Miguel Enríquez Espinosa, hijo mío, tú no has muerto. Tú sigues vivo y seguirás viviendo para esperanza y felicidad de todos los pobres y oprimidos del mundo" |
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