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Documento de Historia Nº 123. 21 de octubre de 2002(Extracto tomado del libro "Del Avión Rojo a la República Socialista". Carlos Charlin Ojeda. Editorial Quimantú, 1ª Edición, Santiago, Chile, 1972. Pág. 378 - 382) Los estudiantes y la caída de Ibáñez
"Los políticos opositores comprendieron que la dictadura se tambaleaba agonizante y azuzaron a los universitarios para que se apoderaran de la Casa Central de la Universidad de Chile, creando una situación de hecho al gobierno, que no tenía apoyo de la opinión pública, para desalojarlos violentamente. Era tal el desquiciamiento moral que el propio Ministro Garcés Gana, por "bajo cuerda", hacía despachar alimentos desde el Club de la Unión para los estudiantes acuartelados en el edificio del frente. "Los universitarios de ideas avanzadas, donde predominaban marxistas y anarcosindicalistas, se habían agrupado en el movimiento estudiantil que dominaron AVANCE, el que editaba folletos, volantes y carteles contra el régimen de gobierno de La Moneda. Muchos de ellos figurarían en épocas posteriores como dirigentes y parlamentarios. En la Universidad, los estudiantes católicos y los universitarios tradicionalistas tenían como organismo de combate contra la tiranía el grupo RENOVACIÓN. Se unieron a ellos después los dirigentes de la Juventud Conservadora, la cual se transformaría en la Falange Nacional, y terminaría por ser la Democracia Cristiana. En general, las juventudes universitarias representaron en aquellas circunstancias los gérmenes políticos de las tendencias doctrinarias que años más tarde serían corrientes de grandes núcleos de opinión, tales como el Partido Socialista de Chile, el Partido Comunista, la Democracia Cristiana, los agrariolaboristas, etc. Los viejos partidos tradicionales, corrompidos por seis o siete años de dictadura, tendrían que cederles el paso, al no poder oponerles resistencia. "Los incidentes callejeros, agregados a la toma de la Universidad, caldearon más la atmósfera contra el régimen. La insurreción civil aumentaba sus fuerzas en las calles de Santiago. Se pedían las cabezas de Ventura Maturana y del intendente Manuel Salas Rodríguez. El Ministerio inició conversaciones con estos funcionarios para que dejaran sus puestos, y dio a entender a la oponión pública la posibilidad de que también renunciará el propio Presidente Carlos Ibáñez del Campo. Era ayudar a derrumbar más rápidamente lo que podía quedar en pie de lo que fuera un poderoso régimen dictatorial. "El señor Ibáñez pidió la renuncia al Ministerio de Garcés Gana y designó otra vez Ministro del Interior a Carlos Frödden; en Relaciones Exteriores juró Alberto Edwards; en Hacienda, Arturo Lorca; en Educación, Gustavo Lira Manso; en Guerra, el general Charpin; en Fomento, el almirante García Castelblanco; en Marina, el almirante Marchant, y en Justicia, Oscar Fenner. En una declaración a la prensa, el nuevo Ministerio expresó que "aplicaría todas las medidas para mantener el orden público a cualquier precio". "Se publicó el 24 de julio de 1931 una declaración del Gobierno:
"Once días de libertad, según la entienden los elementos que siempre buscan el desorden para conseguir sus anárquicos fines, han permitido que después de seis años la bandera roja se pasee audaz y amenazante por las calles de la capital Para que la juventud estudiantil, extraviada por las prédicas políticas y comunistas, apruebe sus acuerdos al son de la internacional, que ha desplazado triunfalmente en sus comicios al Himno Patrio, y para que, por último, ni la seguridad personal, ni los bienes de los ciudadanos sean respetados en esos desbordes desquiciadores "Era una demostración de poco tino político, tanto en exagerar la influencia de unos comunistas en embrión, como ofrecer la renuncia a la Presidencia a una ciudadanía cuyo principal anhelo era ése, para regresar a una estabilidad democrática y constitucional. Se comprendió que el hombre ya estaba vencido y que sólo era cuestión de horas obligarlo a irse. "El 24 de julio de 1931 se produjeron nuevos y grandes incidentes callejeros. Ibáñez permitió que una delegación de los universitarios que se habían encerrado en la Casa Central de la Universidad de Chile se entrevistara con él. René Frías relató, como testigo, esa entrevista: "El 24 de julio el Gobierno parlamentó con nosotros. Fuimos a La Moneda René Frías, otro compañero que no recuerdo y yo(2). La entrevista con el general Ibáñez fue muy corta.
-¿Qué quieren los estudiantes? -preguntó. Volvimos a la Universidad. Al día siguiente se produjo la muerte de Jaime Pinto Riesco, de Medicina, y los médicos declararon la huelga de brazos caídos. En sus funerales muere por una bala de carabina el profesor de Historia Alberto Zañartu Campino, lo que provoca la huelga definitiva de todos los profesionales".(3) "Por primera vez en su historia Chile conoció una huelga de los profesionales. ¿Era una reacción de una clase social por la muerte de dos elementos nacidos entre familias de abolengo y dinero? ¿Cuántos crímenes de anónimos luchadores obreros se conocieron antes sin que existiera reacción contra el régimen que, indirectamente, fuera cómplice? ¿Por qué en julio de 1931 se despertaba tan extraordinaria solidaridad para aquellas víctimas? ¿Acaso les preocupaba más que esas vidas inmoladas el temor de que el Gobierno pasara a unas manos que no podrían controlar? No era el pueblo el que derrocaba al gobierno de Ibáñez. "Los estudiantes que el 22 de julio realizaron reuniones simultáneas en las Universidades de Chile y Católica, por aquella vez solidariamente unidos, estaban indirectamente dirigidos. Cierto que el grupo AVANCE representaba una tendencia política de ideas avanzadas, pero sus dirigentes, obreros, profesores, universitarios y políticos marxistas, en su mayoría, creían actuar por un impulso idealista, revolucionario o libertario, simplemente, pero detrás de ellos estaban los mismos profesionales de la política que trataban de provocar el durrumbe de la dictadura para recuperar el poder. "Hubo negociaciones para desalojar, ese día 25 de julio, a los estudiantes encerrados en la Universidad. Y al mediodía se logró que salieran, sin ser molestados por la policía. "El domingo 26 de julio de 1931 parecía otro domingo cualquiera. Era normal que los disturbios callejeros terminaran al mediodía del sábado. El chileno lleva en sí el concepto del descanso sagrado. Nunca ha triunfado una revolución en día domingo. La aventura del Avión Rojo fracasó, según pretendió justificar su traición uno de los conspiradores, por haberse intentado el domingo 21 de septiembre de 1930. Ibáñez ya había tomado la resolución de renunciar. Llamó al Presidente del Senado, Pedro Opazo Letelier, y le designó Vicepresidente de la República. A Tobías Barros Ortíz le pidió redactara una carta dirigida a las Fuerzas Armadas, como despedida, que corrigió de su puño y letra, como acostumbraba hacer".
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