Para que estemos menos solos
Para que estemos menos solos
nos entregaste, Señor, nuestros muertos.
Nunca los conocimos cuando estaban
con nosotros.
Decíamos
que la vida es muy larga: ya tendremos
tiempo de conocerlos.
Nunca supimos quiénes eran
mientras vivían.
Y ahora que están lejos
los entregas, Señor, como ellos son:
limpios de toda vanidad,
sin sus pobres miserias,
bruñidos por la luz y tamizados por la oscuridad.
Nunca estuvieron solos nuestros muertos.
Son ellos los que gimen en la noche
por nuestra soledad.
(Del libro "Noches", 1976)
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