Cubrete el rostro
y llora.
Vomita.
¡Si!
Vomita,
largos trozos de vidrio,
amargos alfileres,
turbios gritos de espanto,
vocablos carcomidos;
sobre esta nauseabunda iniquidad sin cauce,
y esta castrada y fétida sumisión cultivada
en flatulentos caldos de terror y de ayuno.
Cubrete el rostro
y llora...
pero no te contengas.
Vomita.
¡Si!
Vomita,
ante esta paranoica estupidez macabra,
sobre este delirante cretinismo estentoreo
y esta senil orgia de egoismo prostatico:
lacios coagulos de asco,
macerada impotencia,
rancios jugos de hastio,
trozos de amarga espera...
horas entrecortadas por relinchos de angustia.
Tomado de "2" del libro "Persuasión de los dias"