Diplomáticos y escritores

Para el poeta, nacido en 1910 y Premio Nacional de Literatura, la vida diplomática no anula al escritor. Todo lo contrario. Sus dos etapas como Embajador en Colombia y en la India han sido extraordinariamente productlvas. “El período de Colombia me dio tres libros, El libro del amor, Vida del poeta y Diario morir. El de la India, otros tres, titulados Sol de la India (impreso en Nueva Dehli en español y sin ninguna errata), Ceniza viva y Estados de ánimo”. Por otra parte, asegura que la carrera política tampoco resultó enemiga del escritor. Siendo diputado publicó libros de poemas, pero advertía que resultaba un poeta para los políticos y un político para los poetas. En general, “el Estado de Chile -agrega- les ha dado posibilidades en el ejercicio diplomático a los escritores. Dicen bastante los nombres de Pedro Prado, en Colombia, y Juan Guzmán Cruchaga; Gabriela Mistral, nombrada por ley y con derecho a elegir sede, lo que se repite con Benjamín Subercàseaux, Marta Brunet, Humberto Díaz Casanueva y Miguel Serrano”.

Fue Juan Antonio Ríos quien le pidió a Julio Barrenechea que representara a Chile en Bogotá, “porque allá se necesitaba un escritor”. El poeta sirvió el cargo hasta su célebre renuncia, producida por un problema de asilo. En plena violencia colombiana recibió a muchos asilados, entre ellos a Saúl Fajardo.

¿Quién era este personaje? Para el gobierno no era más que un guerrillero, pero antes había sido diputado, jefe del liberalismo colombiano en el pueblo de Yacopí y dueño de una farmacia. Una llamada expedición punitiva le asaltó la casa y la farmacia, mató a unos parientes y lo obligó a irse a la montaña.

Fue entonces que sus correligionarios lo designaron jefe de guerrillas. Como discrepó de algunos procedimientos de sus seguidores, fue repudiado por ellos. Por otra parte, tenía la cabeza a precio por las fuerzas gubernamentales.

La dirección general del Partido Liberal colombiano formado por dos ex Presidentes de la República y por el que después llegaría a ser Primer Mandatario, Carlos Lleras Restrepo, le pidió asilo a Barrenechea para Saúl Falardo, y éste se lo concedió. Pero no tuvo el respaldo de la Cancillería chilena, que ordenó comunicar a Fajardo que debía abandonar la Embajada en las próximas 48 horas. Como Barrenechea sabía lo que iba a ocurrir, no quiso ser cómplice de un crimen seguro y renunció espectacularmente. ¿Qué pasó después? Saúl se entregó a las autoridades colombianas y un mes después, en un cambio de presidio, se le aplicó la ley de fuga y fue ultimado ferozmente. Pero los disparos se presentaban por delante, en el pecho, de modo que habría que suponer que huía para atrás...

La India..., pero la India no misteriosa

“La India no misteriosa” es uno de los libros que prepara Barrenechea; obra destinada a presentar una serie de observaciones sobre ese país que para muchos es fascinante sólo desde lejos. En Colombia un Embajador puede ser actor, pero en la India el público es demasiado numeroso y debe resignarse a ser espectador. A Barrenechea le correspondió invitar a Indira Gandhi a venir a Chile. En su gira por América Latina la estadista hindú descubrió nuestro continente.

¿Qué recuerdo, qué idea tiene de la Primera Ministra de la India el ex Embajador de Chile? “Es una mujer que con indiscutibles dotes naturales ha sido la mejor discípula de su padre, Nehru. Resulta constante su inclinación prorrusa aunque oficialmente la política del país sea neutralista. Su tendencia sentimental hacia todo lo ruso ha quedado claramente revelada en los últimos acontecimientos, cuando se lanzó contra toda la oposición, menos contra el Partido Comunista prosoviético, al cual lo considera un apoyo”.

Mi poesía, como mi vida, ha sido un camino hacia la muerte".

Colaborador de “El Tiempo” de Bogotá, Barrenechea piensa ir formando un volumen con 50 ó 60 artículos, como lo hacían los españoles de la generación del 98.

Al poeta, como se deduce de algún título suyo -por ejemplo, "Diario morir“-, le obsesiona la muerte. Reconoce que esta cualidad es muy española, que el sajón vive como si fuera inmortal. El español, en cambio, mira a la muerte de frente y no deja de pensar en ella.

"Nuestro padre Jorge Manrique -dice Julio Barrenechea- casi nos deja sin tema". Y con la muerte presente recorre la vida en su "Autorretrato lírico”, prólogo de "Voz reunida”, este volumen mal presentado, con una portada tan irrconciliable con cualquier sentimiento poético, publicado por Gabriela Mistral. "Mi poesía, como mi vida, ha sido un camino hacia la muerte".

Pero este hombre macizo por dentro y por fuera no se deja morir. Y prepara un libro en prosa, humorístico, en la línea de "Frutos del país". Se llamará “El compadre mucho gusto” y transcurre en Santiago: "es una especie de novela".

Carlos Ruíz-Tagle