Elegías
Llegó tu voz y me entregó estos ojos,
llegó tu voz y me entregó este canto.
Pasaron años blancos, negros, rojos,
pasó tu vida y me dejó este llanto.
Tu vida, madre, fue una brasa leve,
un rosal en el tiempo del aroma,
el que ya derribado por la nieve
volvió nieve su vuelo de paloma.
Voy también avanzando hacia el ocaso
y heredero de días ya vacíos
nada podrá abrigarme en su regazo.
¿Y qué puerta pedirte que me abras,
si miras, madre, con los ojos míos
y es tu voz la que se oye en mis palabras?
(De "El Arbol y otras hojas")
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